viernes, 11 de abril de 2008

Una explicación al desequilibrio

Ahora que a solas escribo, y sintiendo la necesidad de expresar los acontecimientos que me van sucediendo, encuentro que un momento nuevo me ha trastocado todos mis fundamentos, algo para lo que no estaba preparado, algo para lo que nadie está preparado, y es la sola perturbación de la falta de una persona querida.

Ni tan siquiera se ha dado el caso, simplemente ha sido la vacilación de la mente, que ante los hechos ocurridos, navega, divaga y se embriaga de la experiencia, y crea una sensación, la sensación del apego familiar, eso que todos hemos tenido y vivido, eso que en partes de nuestra vida han sido básicas.

Esa sensación se me ha desmoronado, porque el tren parece que alguna vez hará una parada que no queremos que realice, una parada en la que algún viajero deberá abandonar el trayecto, un trayecto que ya no cubre su ticket de viajero, porque el destino marca su frecuencia, la frecuencia caprichosa del ser o no ser, mejor dicho, del estar o ya no estar.

Esa es la perturbación que me ha hecho desequilibrarme estos días, la que me ha hecho tener miedo, recogerme en mi mismo, y querer abandonar estas líneas, y este medio, la sensación de que en cualquier momento se puede perder una de las bases de tu vida, porque lo que podemos creer como lo más sólido y más duro de este mundo, no es más que una frágil figura en un vida de cristal.

Algunos habéis sufrido pérdidas irreparables, pérdidas que seguro os han marcado, unas que por sorpresivas han derivado en trastornos que han surgido pasado el tiempo, otras que por esperadas y preparadas nos han demostrado que nunca se está preparado, unas y otras van acompañadas de todos los términos medios. Todos hemos perdido a alguien alguna vez, y hemos estado tal vez preparados? No, nunca se está preparado.

Quien pudiera recuperar al ser querido que se bajó en aquel andén, en el mismo en el que no podíamos ver el cartel del nombre, porque no había nombre, era un andén que solo se ve una vez, un andén oculto a las miradas de los presentes, un andén que nos ha quitado muchas cosas. Algunos han perdido un padre, una madre, un hermano, una hermana, un abuelo, una abuela, tal vez una persona que era tu idolatración, tal vez esta sea de las más dolorosas, porque en parte es derrumbar el castillo que te has ido creando, porque de ídolos e imágenes nos nutrimos, y si además son base de tu comportamiento, espejo en el que te miras, entonces el golpe puede ser increíble, monstruoso, tan hiriente como nunca hemos llegado a creer que pudiera ser.

De pronto ver esa fragilidad en tu entorno, hace que sientas pánico, que busques como reparar esa situación, pero hay cosas con las que no puedes luchar, aunque lo intentes con todas tus ganas, solo torcer un poco el destino ya prefijado puede costarte mil dolores y mil esfuerzos.

Por eso escribo esto, simplemente para ir preparando mi mente para lo que espero no llegue en mil años, pero que no puedo negar que cada vez está más cerca, y no es que exista un motivo, es simplemente que observar lo incontrolable, calibrar lo imposible, y darte cuenta de lo pequeño que eres, hace que percibas lo inmensa que es la vida, y que quieras vivirla segundo a segundo, sufriendo cada momento, regalando sonrisas a cada paso, sabiendo ser tu mismo, y manteniendo tu esencia, por eso no quiero volver al desequilibrio, y por eso quiero prepararme…

No hay comentarios: