lunes, 14 de abril de 2008

Maldito Teléfono... Suena YAAAAAAA!!!!!!

... Hace ahora unos años, en mi experiencia laboral en México, sufrí una sensación, nueva, en parte fue contructiva y destructiva a la vez, fue un detalle que creía controlado, una simpleza de la vida que puede darnos mil perspectivas aunque nos creamos preparados para todo... Bajando del avión, y con la agudeza extrema que da el calor al que no estás acostumbrado, y con los nervios de la situación que se te presenta, los vínculos que te aferran a tu pasado, y a algo sólido son aberrantes, como cadenas de eslabones gruesos, buscas tirar de ellos para encontrar algo fuerte, algo que no divague.

En esa circunstancia te encuentras de pronto en una gran habitación de hotel, de las mejores que he tenido nunca, pero lo que debería ser una ilusión, no hace más que transmitirte la soledad y la sensación de desprotección que te da saber que tu familia, tus amigos, y tus arraigos naturales se encuentran a un océano de distancia, que si todo va mal, no vas a poder coger el coche y llegar, tardes las horas que tardes. Entonces buscar establecer el vínculo. Enciendes el teléfono movil, y zas, no hay manera de hacerlo conectar con ninguna red. Lo habías preparado todo. Mentira, no había nada preparado, lo habías comentado con esas personas que venden gratis sus comentarios, con esas personas que se creen inteligentes, de esas que te hablan de leyendas urbanas como de si verdades absolutas se tratara.

La primera media hora es asfixiante, a penas la plena potencia del aire acondicionado de la habitación, evita que se te inunden de sudor las sienes, porque sientes impotencia, crees que tocando una combinación mágica de números conseguirás que todo se active, pero no, se trata de algo más complicado, algo que ya estudié en la universidad, frecuencias, esas cosas que nadie sabe lo que son, pero que nos permiten ver la tele, utilizar los moviles, escuchar la radio, y mil detalles más, son como las miles de partículas que van por la sangre transportando alimento, aire, vida...

Una hora después, sucumbí, y viví las peores horas que podía imaginar, la comunicación no existía, y no me quedaba más remedio que aceptarlo... Aquello fue un tormento durante 48 horas, porque aunque no lo creamos hemos generado una necesidad enorme hacia el teléfono movil, a ver un mensaje, a esperar que la pantalla se ilumine...

Pero todo cambió, al tercer o cuarto día, todo se va convirtiendo en rutina, vas conociendo nuevas culturas, nuevas gentes, personas interesantes, y otras odiosas, pero te das cuenta de que vas interaccionando, en parte obligado por lo laboral, y en parte por lo personal, y es en ese momento cuando el teléfono ya no recuerdas lo que es, pasa al plano que debería ocupar en nuestra vida, uno secundario, por no decir terciario, término que suena a lejano, olvidado, disipado... Viví los mejores días de mi vida, sin apego, ni necesidad, y sobre todo sin la ansiedad de esperar...En mi segunda estancia evité hasta la media hora de probar a conectar, sabía que tenía un lujo por delante, olvidarme de la necesidad de aquel aparatito...

Eso es lo que he deseado este fin de semana, estar a miles de kilómetros de casa, con la frecuencia horaria cambiada, con la imposibilidad de comunicarme, o mejor, de tener la certeza de que esa maquinita diabólica no iba a funcionar...

El viernes noche apenas un par de mensaje con una antigua pareja, antigua por lo de pasada, que no por lo de cercana, un juego inutil al que estamos sometiendo nuestras mentes y sobre todo nuestros corazones, un juego en el que das pero quitas, es como ir poniendo alfileres hirientes, pero muy imperceptibles, un juego que se vuelve destructivo, un juego que deberemos de dejar, en parte porque tal vez nos seguimos importando...

Todo fue derivando, en lo que al teléfono se refiere a una comunicación mágica con una persona, una persona que se saltó las reglas, una persona que ha provocado en mí algo diferente, una necesidad, una necesidad creada tras horas de espera, horas de ansiedad, horas de mirar una pantalla, de buscar un destello, de poner el móvil en silencio y un sitio donde no viera, para al rato ponerlo de nuevo en modo normal, pero oculto en un rincón, como jugando a ver si el sonido de aquel mensaje que debía llegar, o de aquella llamada fuera perceptible para mí, luego volver a ponerlo en carga por si acaso, al rato de nuevo al silencio, como si ya nada importara, pero sabiendo que es mentira, que es necesidad pura, la necesidad de saber, de imaginar, de esperar que todo vaya bien, que la noche haya acabado como todo el mundo espera, al menos si supiera que llegó bien, que el amor tal vez llamó a su puerta, y que ella abrió complacida su alma al pretendiente, pero el no saber, el dolor de no comunicar.. y en medio los mensajes de los que normalmente son pilares de tu vida, pero que en esa jornada se tornan vacíos, inocuos, sin valor sin peso... ni tan siquiera la llamada de mi amiga de B...a, y sin saber si su bambino la había hecho feliz como tanto deseaba....

Ayer comprendí porqué una mujer lo pasa tan mal cuando alguien le debe una llamada, cuando alguien le dice te llamaré, sabrás más de mí, ayer lo acabé de comprender, es algo que a los chicos nos choca, porque somos vanales en los detalles, en verdad porque escuchamos menos, pero ya sabéis, de mis hormonas femeninas, me convierten en ciertas cosas en mujer, observador, memorizador, no hay detalle que se quede en el aire, no hay imagen, sabor, olor, color que se me escape, y como no, esperar una llamada, pues la espero con la incipiente ansiedad que cada vez se torna más abundante, nebulosa, neblina, niebla cerrada, oscuridad, mala noche me queda por pasar, pero hoy ya ha pasado la noche...

Por eso hoy cambia algo, se modifica un comportamiento, hoy doy un paso diferente, pongo una imagen, no quiero que nadie que se salte una regla básica, no contestar, lo haga sin la información que necesita tener, algo físico, algo que hable de mí, por eso este post va acompañado de un par de fotos, ambas hablan de mí, tampoco voy a decir que me definan, porque son simplemente imagenes, de alguien que no es amigo de las cámaras, tal vez porque en nuestra naturalidad es donde somos diferentes, aunque en verdad todos lo somos.

Espero que la semana que empieza me regale más detalles agradables, agradable como el estar ahora aquí tranquilo, sosegado, en calma conmigo mismo después de haber pasado un mal trago, en calma porque el no saber es mucho más doloroso que el rechazo, en calma porque el aplomo que me da mi edad es fundamental, me sabe hacer feliz, y disfrutar, y tambien me sabe enseñar, mostrar cual es la magnificiencia de las personas, y cual es su verdadera dimensión...

Teléfono suena cuando hayas de sonar...Que viva México !!!!!! (Sin moviles)....

Agur

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