viernes, 11 de julio de 2008

¿¿¿¿ Eres feliz ???? ....o la pregunta de mi amiga...

Hace unos días, una buena amiga me hizo una pregunta breve, ay las preguntas breves, porque será que no tienen asociada una respuesta de igual calibre, así que no contesté, le dije que daría cumplida explicación cuando me hubiera preguntado a mí mismo, cuando hubiera evaluado un poco mi interior, y ahora me lanzo al vacío :

Eres feliz?

Primero me gustaría que alguien me dijera qué medida se utiliza para medir la felicidad, si gramos (por lo que pesa ser feliz), por newtons (por su fuerza), metros (es largo lo de ser dichoso), watios (produce calor la felicidad). La verdad es que nadie sabe por donde coger el tema, en parte porque para todos significa algo diferente, entendiendo que para cada uno de nosotros, nuestra vida nos ubica en diferentes momentos, tal vez por eso, y basándome en lo que una vez me dijo una persona hace muchos años, la felicidad es un estado en un instante. No voy a filosofar, no tendría gracia, y no soy así.

Entiendo que la felicidad se consigue, cuando encuentras lo que deseas, yo hace unos meses añoraba la estabilidad, sí, existe, se puede conseguir, no es una utopía, yo la he conocido, bueno la he visto pasar. Sí, es cierto, mi mayor deseo era irme a dormir dentro de unos parámetros de complacencia conmigo mismo, y levantarme dentro de ese mismo nivel de autosatisfacción, no pensemos en caricias sexuales a uno mismo jajajaja… lo bueno, es que estuvieras bien o estuvieras mal, conseguías estar en el mismo nivel, no entrabas en una montaña rusa de sensaciones, de momentos, de instantes, lograbas buscar el inicio del sendero del equilibrio, todo esto sin que hubiera nadie cerca de tu corazón, sin que nadie saltara las barreras de protección, vivías una vida ajetreada, porque todos la vivimos, una vida llena de faltas de horas, horas de relaciones humanas, de sueño, de descanso, de tiempo para comer tranquilo y relajado, de tiempo para disfrutar de un momento de paz, pero aún así eras capaz de mostrarte con naturalidad, de quedar con diferentes personas, grupos, peñas, pero siempre siendo tú mismo, y como no, evitando que nadie fuera más allá de lo estrictamente necesario y como no, prohibido.

En esos momentos, tienes destellos de felicidad, tal vez complacidos por actos que realizas con verdadero gusto, para mí, en concreto, he tenido buenos momentos, muy buenos, inmersiones en lugares especiales, con unas condiciones atmosféricas que los han hecho sublimes, bien acompañado de algún submarinista que lo mejora, tal vez por su pericia, o por su torpeza, ya que hace que te sientas más experto, como no, rodeado de algunos meros, pulpos, morenas, sobre todo esto, morenas, y demás fauna, y sobre todo momentos en algún bosque de Gorgonias, lugares mágicos, sublimes, silenciosos, profundos. En esos momentos, sin preocupaciones y sin pesos que lastran, más que los plomos que me ayudan a estar ahí abajo, me he sentido inmensamente feliz. Otros, pues mi bici, mis grandes subidas a las montañas, que no son ni grandes, ni montañas, son tal vez esfuerzos que se sufren, pero que una vez arriba, y ante un día de buena visibilidad, te dan una imagen de Barcelona diferente, casi humana, momentos en los que mi mp3 me ha sacado alguna canción de sentimiento, y yo la he cantado, aunque no tuviera aire para respirar, la he gritado, y una vez, bajando por un lugar cerrado, por un sendero estrecho, iba yo gritando “y si fuera para todaaaaaaa la vida… y si fuera…” ya la conoceís, pues me desgañitaba cantando, y de pronto giro y me encuentro una chica que subía andando, me miró porque estaría alucinada, hacía rato que yo cantaba, y me quedé callado, sin saber que hacer, y seguí cantando, todo en dos segundos, entonces me regaló la sonrisa más alegre que he visto en muchos años, y como no, se la devolví, y seguí con mi canción.

Pero la felicidad son instantes, momentos, y como no, efímeros, por lo que pronto se van, pero tranquilos que luego llegan otros.

Hoy, aquí, desde estas líneas, tengo que disculparme con alguien, alguien que hizo que mi felicidad ya no sea de la que se hablaba en la parte anterior, hoy mi felicidad no se consigue por esa vía. Esa persona me ha hecho cambiar el chip, ha hecho saltar todas las alarmas, y me disculpo porque tal vez no he sabido afrontar su simple amistad, pero es duro para una persona cuando de pronto encuentra a la que cree la persona, pero bueno eso fue, ahora hablo de lo que necesito sentir para sentir felicidad.

Felicidad es despertarte por la mañana, con apenas un pantalón corto puesto, notar el fresco de la mañana, sentir como los pezones te duelen de su dureza, y salir a la terraza, apoyar los brazos en la barandilla, y mirar al sol naciente, sol que en esas horas apenas calienta con sus primeros rayos, no como derrite al mediodía, sol que me da energía, y allí, disfrutando del silencio, del aroma de un despertar de la ciudad, sintiendo la tranquilidad, notar como la cortina que separa la terraza del comedor se mueve con la brisa refrescante que penetra en el piso, y sin casi darte cuenta, sentir que alguien se pone a tu lado, que un hombro se apoya en el tuyo, que lleva puesta tu camisa de anoche puesta, desabrochada, tal vez con uno o dos botones solo, lo justo para que no salga volando a merced del aire, con apenas unas braguitas, descalza, con ese bronceado debajo de su piel, y estar allí, los dos, mirando el sol, sin decir nada, pero diciéndonos todo, sentir su aroma, como ella siente el mío en el calor y el olor de mi camisa, viéndola disfrutar de ese momento, girando nuestras cabezas y dándonos un beso de buenos días.

Felicidad es estar en el comedor, danzando, preparando la cena, disfrutando de una buena copita de vino blanco fresco, deambular, medio jugar, medio picar, medio que te empujo, medio sonreír, medio ser niños, medio caer sin darnos cuenta en el sofá, entre juegos y apretones, y quedarnos cara a cara, callados, con la sonrisa en la boca, y de pronto cambiar el rictus, serios, mirándonos a los ojos directamente, viendo lo que hay más allá, cambiando la mirada, por una mirada de deseo, con unas ganas locas de comernos, pero en cambio nos damos el beso más dulce que se pueda imaginar, beso que nos lanza a un vacío enorme, un vacío que necesitamos llenar con mil caricias, gestos, miradas, susurros, palabras, roces, vacío que al final completaremos, para que luego llegue otra mañana.

Felicidad es compartir ese fin de semana fuera de casa, sin organización, todo sobre la marcha, verla cómoda, con sus zapatillas, con sus pantalones de caminar, con su gorra preferida, con su camiseta que compró ayer, feliz, con la cámara cual máquina diabólica que se dispara cada diez segundos, buscando no perder ese instante, poderlo mantener vivo siempre en la retina, buscando que cada segundo de ese día sea inolvidable, hacerla descubrir cosas, sitios, momentos, paisajes, lugares, animales, haciendo que ella me haga descubrir a mí todo lo que tiene y sabe, compartiendo, haciendo que ese día que empezó en un coche sin destino aparente, fuera eso, un día de convivencia magnífico, un día que era un regalo, como es un regalo ver unos ojos llenos de vida, de alegría, como es discutir porque ninguno de los dos quiere decidir el sitio donde comer, por que quiere que sea el otro el que lo haga donde plazca, y jugar al método de elección, besarnos cuando salimos del restaurante, contentos por el acierto, terminar la tarde con un buen helado, y sentir las ganas enormes de llegar a casa, para ducharnos juntos, para decirnos mil veces gracias, porque ha sido nuestro día, como mañana puede serlo de nuevo…

Esa es mi felicidad ahora, pero no la que tengo, si no la que deseo, y con ello sé que volverán las alteraciones, y sobre todo lo que más cuesta de aceptar, el descontrol, ya no dependerá solo de mí, no… ya no…

Pero aún así, mi felicidad estará en jugar con ella en el agua del mar…

Agur.

Qué tengáis un muy buen fin de semana… y sobre todo que seáis felices…


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