martes, 8 de julio de 2008

Buscando el amor auténtico... o lo que quede de él...

Hace tiempo que vengo defendiendo a la mujer, tal vez porque he buscado un poco dentro de mí, y me he dado cuenta fácilmente que es más sencillo de lo que parece estar a su lado, más cómodo de lo que uno cree convivir con ella, no es para nada imposible comprenderla, aunque está claro, no se puede generalizar nunca.

Pero hoy, hoy es un día especial, casi se podría decir que hoy es el día del orgullo masculino, al menos del mío, hoy mis hormonas femeninas están rendidas, hundidas, machacadas, tergiversadas, mutiladas, tal vez solo ha sido un pequeño descanso, o tal vez la dominación de las hormonas masculinas, que ante el desazón que se ha provocado en mí, vuelven a tomar tierra, vuelven a ocupar ese puesto que tuvieron en su momento, ese puesto que les fue arrebatado por una sensibilidad excesiva.

Hoy hablo del papel del hombre que fue, y de la mujer que juega, la mujer que poseída por un arraigo solo producto de su necesidad de querer mantener ese amor como único, y como no, como solo de ella, hace que su vida se torne un mar de simplicidades, en el que va moviendo unos hilos transparentes, unos hilos que la mantienen unida al hombre que tuvo y que ya no está. Pero al contrario de la claridad y la sinceridad, se machaca a sí misma, se engaña, porque lo que se acaba se acaba, y mantener esos hilos no es más que engrandar la necesidad de lo imposible, así, de pronto se ve en un torbellino, un torbellino que no le deja ver más allá. Casi se puede decir que entra en una cadena cíclica, donde todo se vuelve extraño, impersonal, vacío.

Uno toma sus propias decisiones por hechos incontestables, y luego, si es sincero consigo mismo, y por tanto, inteligente, coherente, y sobre todo, si uno se quiere, debe aprender a valorar esas decisiones, a defenderlas, a colocar todas las explicaciones y razonamientos posibles para hacerlas férreas.

Pero las mujeres en el tema del amor no conocen de ello, al contrario, toman la decisión, y como acto reflejo, ante la necesidad de lo que fue, y de lo que sintieron, vuelven atrás, colocan esos hilos, hilos que sin querer, dejan al macho enfermo, porque lo van a volver loco, lo van a llevar a uno y mil sitios, lo van a dejar y lo van a retomar, le van a dar y le van a quitar. Todo vale, lo importante es impedir que esa persona, poseedor del bien que en su momento fue, ya no pueda tener su propia vida, así, esclavo para siempre, se lanza a una vida errante.

Pero todo tiene su fin, todo, y hoy toca poner un fin. No es el esperado, y mucho menos el deseado, pero las cosas deben ser lo que deben ser. Esa situación angustiosa y asfixiante, porque exige de mucha dedicación, y de tener siempre la fábrica de hilos en marcha, para no dejar de mantener “atado” a la persona, crea, cansancio, desidia, hasta astio, y eso hace que de vez en cuando tire la toalla, toalla que luego recoge, porque la necesidad de saber de él, y de tenerlo controlado es inmensa.

Entonces se le ocurre la solución, solución, que como no, debe ser sencilla. La mancha de una mora otra verde la quitará… o algo así… por lo tanto, me lanzo a buscar al hombre que simplemente me ciegue, tanto, que me haga desaparecer cualquier necesidad de mi pasado, y para ello no valdrán reglas, todo estará permitido, solo un detalle, aferrarse a algo imposible, el hombre perfecto, es decir, atención, vigor, hermosura, belleza, buen cuerpo, y como no, un poco mala persona, sí de esos cabrones que en el mundo están y estamos.

Y comienza la búsqueda, búsqueda que se mezcla entre sinsabores, y sin arraigos, porque cada día ve que esos hilos la unen más con el pasado, la identifican con lo que fue, y como no, le destrozan cada vez más la vida al macho, haciéndolo ahora un manso, un manso que ya no puede tener vida particular, que ya no sabe dar un paso sin el control de la que fue, de la que tuvo, un control que asfixia.

Pero en ese camino se encontró con un hombre distinto, un hombre que ayer hablaba del tema, un hombre que ayer sabía las respuestas mucho antes de que se escribieran, que las comentaba en un bar, sentado, adelantado, experimentado, un hombre que sentía que era claro, como tal vez nunca habían sido con ella, porque siempre había creído sentir la situación controlada, y por una vez, por una sola vez, no fue así.

Hoy mis hormonas masculinas me están gritando al oído, me dicen que deje de estar escondido detrás de un pseudos, que dé la cara, que le ponga color a mis ojos, que publique mi imagen, que pida lo que busco, mejor dicho, lo que ahora necesito, vivir una verdadera historia de amor, pero sin hilos, una historia en la que dos personas, y digo dos, dan lo que tienen, que se abren, que dicen lo que piensan, no lo que se espera que digan, una historia sin comerciales, sin palabras vacías, con mentiras una y otra vez, sin ocultar cenas maravillosas, sin miedos, una persona que sea SINCERA, como yo lo soy, una persona que quiera vivir un verano de miedo, un verano lleno de cosas, de momentos, de caricias, un verano que sea solo el principio de algo más, una persona que esté dispuesta a ser la mujer más feliz de cuantas han existido, una mujer que también se deberá entregar, porque nadie da sin esperar algo a cambio, aunque sea mínimo, una persona que me diga “nunca cambies” y a lo que yo responda “y tú tampoco”…existes y sé que estás por ahí, en algún rincón de este país, y hoy me he propuesto encontrarte, sin importar las distancias, ni los momentos, sin importar si tu pasado fue mejor o peor, solo que ahora importe tu presente, que no juegues con las personas por tu bien, que no busques un refugio temporal, no, hoy busco a esa persona que se siente como yo…

Un deseo lanzo, pronto soplaré las velas de una tarta de cumpleaños, el 22, tal vez sea el deseo más sentido de mi vida, el más necesitado, porque después de muchos años, me siento preparado para querer, para entregarme, para ser consecuente, para tener paciencia, para no dejar nunca de ser yo mismo, una persona encantadora, fiel, inteligente, y como no, soñadora, romántica, y sobre todo entusiasta y amigo.

Agur

P.D. No voy a tener prisa, suelen ser malas consejeras, pero sí que necesito una imagen, me he cansado de hablar con palabras, necesito tener unos ojos detrás de cada frase, un rostro detrás de cada línea, un gesto detrás de cada verbo, necesito saber como eres... valdrá la pena... seguro...


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