lunes, 29 de marzo de 2010

Los sonidos de una cena... incómodos y agradables...




Empezamos una semana corta, bueno, más que corta, casi inexistente. Tres días, porque el miércoles me marcho a última hora a Londres... bufff... qué frío voy a pasar por allí... así que si alguna coincide con mis intenciones de viaje, espero que lo disfrutemos y que algo de solecito nos acompañe.

Cerramos un mes que es de los más inestables que tengo, ya que se juntan demasiados conceptos que no me permiten mantener un estado de ánimo contínuo, ya sea alto, medio o bajo, siempre con las respuestas en diente de sierra, tan pronto estás bien como mal.

Pero es lo que tiene marzo, lluvia, sol, nubes, viento, nieve, en lo meteorológico no nos podemos quejar, al menos los catalanes, que lo hemos tenido todo, absolutamente todo. Pero además hay dos conceptos que son básicos, uno, la entrada de la primavera, es un momento excepcional, ya que todo vuelve a tener vida.

Ayer mismo hice una pequeña salida en bici, y mientras las lavábamos, al final, me fijé en que las hormigas ya empezaban a realizar sus caminitos en busca de comida. Que las abejas no paraban de ir y venir en una planta muy cercana, y había muchas, muchísimas, en su labor, escogiendo la florecita que creían más adecuada, y succionando su elixir, para convertir en alimento más tarde. Era tal vez de las pocas plantas que están florecidas ahora, pero que os voy a contar dentro de un mes, sobre todo a los que sufrís alergías.

El otro concepto del mes de marzo que me marca, es el cambio de hora... me llena de alegría, es una inyección de vida para mi, disfrutar de luz solar hasta las 20:00 horas... bufff...

Pero este finde me ha traído otra cosa, una cena, de esas que hace muchísimo tiempo que está en la agenda, pero que no se realizaba por un motivo u otro.

Era una cena especial, conocer a amistades de mi pareja, personas que formaron parte de su pasado, y que son esas bases de tu futuro, que te marcaron, que te dejaron huella, y a las que de tanto en tanto convocas para volver a revivir miles de momentos juntos, sobre todo momentos relacionados con años de juventud y alborozo... y de remoloneo con jovenzuelos.

Los contertulianos, o mejor dicho, los comensales, eran personas especiales, porque la cena prometía ser un poco especial, por no saber por donde iban a ir los tiros, jajajaja... se trata de esas personas que están acostumbradas a estar cerca del poder, de gentes pudientes, de vidas que parecen que no existan, pero que están, personas que valoran la vida, porque se la han trabajado, pero que casi siempre han tenido lo mejor, porque es lo que ven como normal, y que un poco sí, son de derechas, jajaja...

Yo, en mi línea, con mis diferentes personalidades, y formas de comportar, y sobre todo siendo astuto y vivo, la ocasión lo merecía, así que ocupé mi rol de observador, atento a todo, a casi todo, porque siempre hay detalles que se te escapan, pero me encantó estar preparado para captar, porque miradas, sonrisas, palabras, gestos, aprobaciones, discusiones, silencios, pero sobre todo los "sonidos", sí porque las cenas tienen etapas, las etapas de los sonidos...

Empezó con un primer silencio, un gesto de los que no estoy muy acostumbrado a vivir, nos acercábamos a la mesa, y de pronto todos nos detenemos, como si una fuerza nos impidiera aproximarnos más a la mesa, qué sería ??? yo quieto, muy quieto y esperando los movimientos.

Jajajaja, era simplemente organizar comos nos sentábamos, y eso que solo eramos cinco, jajaja, pero estuvo bien, decir cada uno donde debía ir sentado, no estoy muy acostumbrado, pero bueno. Ya digo, suerte que eramos 5, porque si somos 10, todavía estaríamos discutiendo las ubicaciones.

Al menos, sirvió para ir rompiendo un poco el hielo.

Llega el peor momento, ese en el que no se sabe si es mejor que te sirvan, o que cada uno se sirva, así que lo mejor es que cada uno a su parte, y así no hay discusiones. Pero en todos esos movimientos, y en gente tan pulcra, los sonidos de los cubiertos son como pequeños dardos que se van clavando en los silencios que acompañan a esos momentos, porque hay conversaciones, pero no hay un hilo, por tanto los silencios abundan, y es desagradable si coincide con el momento en el que vas a dejar el tenedor sobre el plato, jajajaa... además, en la mesa 2 psicólogas, una casi, un abogado y el observador, jejejejeje...

Observo, como todos o casi todos, dejan el tenedor sobre la servilleta, así evitan ese "clink" que resuena cada vez que se toca el plato, y no sé muy bien por qué motivo, pero en esta cita, sonaba demasiado, tal vez por su peso, o por el material del plato, platos que también tenían su qué, porque eran como un plato hondo con tres apartados, para distribuir al gusto los alimentos a tomar.

Esta fase se alarga, ya que los comentarios siguen siendo eso, comentarios, y las conversaciones derivan, y se pierden, hasta que el mejor amigo mío, hace poco a poco su trabajo, un buen vino del Priorat, uno especial que me encanta, y que si me acuerdo, y si alguien quiere conocerlo, pues que me lo pregunte, pero me encanta.

Según la botella va bajando, el sonido de los tenedores suena menos, ya no retumba el crujir de las tostadas con paté cada vez que las masticas, porque la primera, te resuena tanto, que parece que el piso se vaya a romper, y no resuena más que otro día, sino que la ausencia de otros sonidos, crees que magnifica el tuyo. Pero gracias amigo vino, va haciendo su trabajo.

Al rato, los tenedores van descansando cada vez más sobre el plato, y las réplicas a los comentarios, se van convirtiendo en pequeñas conversaciones, que van cogiendo el punto de interesantes, por no esperadas por mi, ya que no son las típicas de historietas vividas.

Así llegamos a la segunda botella de vino, más conocida y más cara, un buen rioja, pero que se queda a la altura de la suela de los zapatos, al lado del buen Priorat jejejejee... triunfo para el nene... así la conversación ya es distendida, pero ojo, mi silencio es atroz, eso sí, atento más que nunca, ya que el tema es justamente de eso, de poder, de política y de derecha, jajajaja... y yo callado, con lo rojillo que soy yo, solo faltaba saltar.

En esos momentos solo tienes dos opciones, o saltas y sacas tus colores, es decir prepara todo el arsenal para discutir, debatir y sobre todo acabar negociando una salida airosa, o haces lo que hice, disfrutar con el momento, observar como todos exponían, y argumentaban sus posturas, y como se volvían locos con las miradas queriendo saber si el nuevo, yo, tenía una, u otra opinión... jajajaja...nada, yo mutis.

Así la botella segunda desaparece, y ahí ya los sonidos son otros, las risas aflorecen, me empiezo a sentir bien, en mi salsa, hasta me atrevo a hacer un par de comentarios, y me los acompañan de buenas carcajadas, tal vez es el momento en el que más disfrutan de la cena, y en el que casualmente se salta a las historietas del pasado, y es una vez más, el momento en el que todos tenemos la felicidad en el rostro, cuando cada uno muestra de verdad como es, y en el que la cena se convierte en un éxito... y todo, gracias al buen Priorat... pero sobre todo, a mi silencio y mi observación... a veces es mejor que no sepan de qué pie cogeas... o que color tiene bajos las alas... jajajajaja....

Os deseo una muy buena semana...

P.D. No es cuestión de hacer propaganda, pero entre los dos "bamdos" enfrentados de arriba, jejeje, está el elemento apaciguador, y que se trata del Priorat en cuestión que os he comentado, pero que no es publicidad, es simplemente que lo que me gusta, lo comparto, así que si conoceís otro bueno, y que no sea muy caro, pues ya sabéis a ponerlo en los comentarios...

3 comentarios:

Kobito dijo...

Buenos días! Conforme leía tu cena pensaba....Qué tensión!! jejeje...

Cancer Lunatico dijo...

La tensión la sentí yo más, porque era el "extraño", jejeje... pero pronto me fuí haciendo invisible en la situación... y al final resultó ser una cena muy divertida... jajaja.. como no, con el buen vino !!!!!

jajajaja...

Besitos

Kobito dijo...

Viva el vino y las mujeres
y las rosas que calienta nuestro sol....!!!! (parte de un estribillo de Manolo Escobar)