miércoles, 27 de enero de 2010

Del tapeo del bueno... al restaurante minimalista...Sevilla...


Como decía ayer, los buenos viajes siempre tienen un recuerdo al que agarrarte, tal vez porque acabaron colmando tus espectativas, ahora mismo, si mirara hacia atrás, pudiera hacer un resumen rápido de los flashes que me vienen a la cabeza podría hablar de Nueva York con las vistas una noche estupenda desde el Empire States, o la vista desde mi hotel, en una noche de niebla, con el mismo edificio iluminado en verde, imagen dantesca y fantasmagórica. De Cuba, los edificios y decadencia, y la arena de las playas paradisíacas. De El Cairo, me impresionó el tamaño de las piedras de las pirámides, duro trabajar en aquella época. De Shark Elm Sheik, pues qué voy a decir, cada vez que metes la cabeza debajo del agua, es un paraiso de vida. De Granada, difícil no decirlo, rincones de la alhambra, y el Albahicin. De la Cerdenya, o Sardinia, como la llaman ellos, el color de sus aguas, esmeralda auténtico. De Roma, tanto monumento, pero me quedo con la Fontana de Trevi. De Paris, no sé, el paseo en el barco por el Sena, y la nochevieja viendo la torre Eiffel iluminada.

Pero lo que de verdad le da valor a un viaje son las personas, los contactos, la integración que puedas llegar a tener con todo ello, porque en todos esos viajes siempre hay alguien que dejas allí, un familiar, un conocido, un amigo, siempre hay un punto de conexión con el entorno.

En este viaje eso sucedió en Puerto Real (Port Royal jejejeje), la foto de arriba es de allí, población muy cercana a Cadiz, pero que ni mucho menos tiene su propaganda, ni tan siquiera la del Puerto de Santa María, pero a su vez tiene su encanto, y el encanto lo dan sus personas. Allí, la innombrable, tiene a gente, amigos de los buenos, personas que te habren su corazón, que no callan, porque hablan hasta por las orejas, personas que consiguen que sin darte cuenta, lleves horas en conversaciones agradables tomando una copa, momentos especiales, ver su alegría, como te describen su que hacer diario, su vida. Tal vez ha sido algo de lo que más me he sentido bien en este viaje, buena gente, muy buena gente.

Eso sí, este viaje me ha traído cosas muy interesantes. Quiero hacer un inciso, los nombres de los lugares que expongo, como de los locales, hoteles, restaurantes y demás, no son ni mucho menos propaganda, para nada, yo intento pasarlo bien, y si descubro cosas interesantes, pues las cuento, para que otros puedan vivirlas igual que yo.

El tapeo. No soy amante de las aglomeraciones, y es difícil tener un buen tapeo, si no estás en un sitio donde el espacio te lo tienes que ganar con los hombros bien fuertes, y los codos un poco sacados, jajajaja... Sí, ibamos caminando el domingo al mediodía, sin mucha hambre, pero el día era bueno, con solecito, y la gente andaba por la calle. Así nos dirigimos a lo típico, Maetranza, Torre del Oro, el Ayuntamiento, y la Giralda, por cierto en otra visita estuve en los Reales Alcázares, vale la pena pagar la entrada, de verdad que sí.

Una vez por la zona de la Giralda, el factor "tengo ganas de picar algo y hacer una cervecita", nos abrumó, y claro de pronto miras a tu alrededor y encuentras muchos posibles sitios, pero son pinta "guiri", con mesas en las puertas, la gente muy sentadita, y bien puesta, ya que allí casi todo el mundo va de "domingo", aunque nada comparabla a por ejemplo "fachadolid (Valladolid)", aquellos sí que van de punta en blando en Domingo.

Lo dicho, que no nos decidíamos... seguimos caminando, compramos un par de imanes de nevera, y de pronto un bar, atestado de gente en la puerta, y por lo que se veía, en el interior. Odio, lo digo claro, odio las aglomeraciones, pero aún así, quien se negaba a tomar una cervecita, y seguir la búsqueda... jajajaja... una cervecita ?... jajajaja... tres cervecitas y dos crianzas cada uno, jajaja... eso sí, tapeando de lo lindo... exquisitas las berengenas con miel, bufff... y qué decir del montadito de pringá, que no quiero saber el valor energético y las grasas que tiene, pero está... buffff... o los buñuelos, o el mismo cazón, la tortilla de patatas... yo que sé... disfrutar, en un rincón de la barra, pero disfrutar...

Eso sí, lo digo de antemano, los sevillanos son de los andaluces, los que menos me acaban de gustar, pero no lo niego, me sorprendieron, almenos los dos que tuvimos en la barra atendiéndonos... los tios aquellos eran auténticos. El sistema de tener controlado lo que tomas es sencillo, nada de palillos como en los vascos. Aquí el tío va escribiendo en la barra la suma de lo que tomas, así, cada dos por tres te va apartando los platos para saber cuanto va sumando, porque el tio hace la cuenta larga, pero cuando ve que te vas por la tercera tapa y no se sabe qué copita, el tío hace resumen... y te dicen "quita pa un lao niño, que no veo el ordenador"... jajaja... un tio majo de verdad... El nombre del local no creo que se me olvide, Bar Las Columnas Santa Cruz, Santa Cruz por el barrio, y lo mejor es que está a apenas 200 o 300 metros de la giralda, pero para nada los precios son abusivos, ni mucho menos, y el público es vario pinto, gente de la ciudad en su mayoría, guiris auténticos, y muchos que vamos de paso.

Pero Sevilla no se queda solo en el tapeo, ni mucho menos, está llena de pequeños restaurantes minimalistas, como en el que entramos a tomarnos algo, y acabamos con un rioja cada uno, y un pastel de queso que todavía mi estómago se remueve cada vez que lo recuerda, y la carta, la carta daba gusto leerla, y eso que ya estabamos bien cenados y con un buen postre. Tengo que buscar el nombre de este restaurante, pero estaba cerca de la plaza de armas. He parado un momento, y lo he encontrado, Boreas, al final de la calle Goles, esquina con Alfonso XII. El único "pero", la excesiva temperatura que hacía dentro.

La verdad es que ha sido un viaje interesante, mucho, uno de los factores que me ha hecho sonreír, ha sido ver que parece que aprenden un poco. Hace unos cuatro años o cinco, paseé, por lo que era la zona de la antigua EXPO-92, y la sensación que me dió, era de abandono, de plató de película en la que toda la civilización ha muerto, con todo abandonado, lleno de hierba, los árboles medio caidos, desastroso. Pero esto ha cambiado, ahora se está convirtiendo en centro de negocios, con un plan de inversión fuerte, para crear empleo, tal vez esa era la idea, dejar perder, para luego meter pasta y recuperar, aunque esta vez me parece que es un acierto, ya que la vida vuelve a brillar en esas calles, me alegro por ellos, hoy, ante eso, me quito el sombrero.

Por cierto, vi muchas camisetas, chandals, y gorras del Sevilla FC, y muy pocas del Betis, me dio pena, porque cuando un equipo va mal, es cuando más hay que estar con ellos, y de eso sabemos mucho los pericos, con nuestro club del alma Espanyol.

Espero que pronto podaís ir a disfrutar de Andalucia, yo tengo mi preferida en un rincón de Granada, lo siento, es mi debilidad, aunque para la gastronomía, me queda pendiente alguna visita más por Cadiz... jejejeje... aunque el salmorejo ... buffff



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