Te trasladan... besos de hombre cáncer...

Hace días que la gentes sigue apareciendo por mi blog con una intención, saber como tratar a los hombres cáncer, porque es cierto que desaparecen, pero es más cierto todavía que desequilibran las vidas de las mujeres que los acaban conociendo.

Hoy comentaré algo, tal vez una de nuestras armas secretas, el beso del hombre cáncer, y no daré datos de como darlos, ni como son, ni como dejan de ser, solo puedo decir que son de esos besos que te trasladan, que de pronto te arrancan del suelo, que te obligan a cerras los ojos, que parece que nunca se acaben, cuando lo que sientes es que acaban de empezar, de esos besos que te hacen girar la cara, buscar tu posición cómoda, natural, que te impiden hacer otra cosa que abrazar a la persona que te los da, que apenas tienes consciencia para poder entre abrir los ojos, y mirar, pero de nuevo te abandonas, besos agradables, dulces, sencillos pero que te elevan.

No puedo decir que exista una técnica, ni un manual, ni nada parecido. Sé que están conmigo desde hace muchos años, desde mi adolescencia, recuerdos, ummm, qué recuerdos, viaje a Mallorca, en barco, apenas 14 años, os acordaís, los viajes de final de curso de octavo de EGB, sí EGB, nada de ESO ni patatas calientes... jejejeje... te subes al barco, te enseñan un camarote que no es más que una ratonera para meter todas las maletas enormes que llevamos todos, porque es nuestro primer gran viaje, una semana sin padres, sin control, sin orden, jajajaja... y entonces libertad, libertad para recorrerlo todo, para comenzar a encontrar pasadizos, camarotes, por fin la cubierta, pero qué cubierta, si parece por la que vinimos, pero no lo es.

La noche recorre sus horas, y mientras tú vas descubriendo más lugares, encuentros con compañeros que te gritan que han encontrado algo de valor, cada uno en su estilo, el más alocado porque ha llegado a una especie de discoteca, el que será carne de cañón de la ludopatía, porque ha encontrado máquinas de marcianitos, el más tranquilo porque sabe donde dormir calentito y a gusto, y el enamoradizo porque ha descubierto donde estan las niñas tranquilamente. Yo, la verdad, sí, descubrí un sitio, el sitio que siempre me ha gustado de los barcos, la popa, la parte final, donde todo es silencio roto por el oleaje que producen los motores que giran sin parar, allí tranquilo, y en silencio estaba, con mi vida, con mis sueños, prometiéndome muchas cosas.

Y aparecieron dos chicas, me preguntaron que hacía, y acto seguido estábamos criticando a mil personas, bromas, chistes, buen rollo, apenas no las conocía, eran de la clase A, yo de la B, dos mundos paralelos que vivían historias totalmente paralelas, y que nunca llegaban a converger, ni siquiera en la hora del patio, tiempo común de descanso, pero que hasta los partidos de futbol simultáneos en el campo eran separados, mezclados pero separados, correr con el bocata en la mano, o dos porteros en cada portería, y saber cada uno de ellos que pelota debía parar. O las niñas, jugando en sus rincones, marcados y protegidos, porque de terrenal y personal era cada uno de ellos, y siempre igual, sin mezclar, sin compartir, no sé muy bien por qué ni como.

Como tampoco sé muy bien como, pero aquella noche me quedé de pronto solo con una de ellas, Mari Carmen se llamaba, bueno, se debe llamar, porque no la he vuelto a ver en años, solo sé que mis labios se postraron en los suyos, y que 3 horas más tarde era imposible separarnos, el frío de la noche nos atacaba, pero nuestros besos eran un escudo, calor que compartíamos, y nada más, no penseís en sexo, ni nada parecido, aquello lo superaba, eran besos de adolescentes que descubren un sabor que les gusta, algo nuevo, eran besos de hombre cáncer en un niñato de catorce años, besos que se dan con pasión, con latidos del corazón que se ubican en los labios, vida y sueño, esperanza y valentía, gusto y sabor, pero sobre todo sentimiento, mucho sentimiento.

Al amanecer y a nuestra llegada a Mallorca, la edad me devoró, y como no, sentí agobio, yo quería disfrutar de mi libertad y ella era lo contrario, obligaciones... creo que pasó como suele pasar... sobre todo a esas edades...jajajajajaj... os suena... "corté"...jajajaja... hoy en día, los hombres cáncer añoran su libertad, y no cortan, en esta sociedad ya no cortan porque se pierden los valores, simplemente desaperecen...

Suerte que aún hay caballeros por ahí, y que sabieron enseñar modales, de esos restos, algunos de nosotros hacemos virtudes y milagros, espero que siga habiendo hombres así, hombres que den siempre la caran, y que sepan decir lo que piensan y sienten...

Sí, el hombre cáncer desarma a la mujer con sus besos... cuidad mucho de dejar que sus labios rocen los vuestros, porque tendreís los mejores besos de vuestra vida, es así.

Besos de buenos días... pero en plan cariñoso ehh... que yo ya tengo pareja...jajajajaja