jueves, 13 de noviembre de 2008

La puerta ... la falda... y la felicidad...



Escribo mientras suena una canción de fondo, que habla de amor, habla de las casualidades de la vida, que de pronto te situan en un lugar en el que no deberías estar, en verdad no habla de eso, porque cantan en inglés, y no estoy para ir traduciendo, mira, otra de mis asignaturas pendientes, inglés, ya se puede sumar a la del peso, viajes, y como no... la de ser padre...jajajajaja... esta última es más durilla, es broma, sería un placer.

En verdad hoy necesito sentirme de nuevo más persona que nunca, sabéis que las cosas no están llendo como desearía en lo laboral, pero hay momentos en los que no puedes controlar lo que te rodea, entonces solo te queda la opción de meterte en la bola, y rodar con el resto de personas.

Hoy quiero cerrar los ojos y recordar esos buenos momentos en los que he podido ser feliz, aunque ahora lo soy, ya que una de mis bases es ser humilde, y solo siéndolo estás preparado para poder valorar lo que tienes.

Cierro los ojos...

Se abre la puerta, esa puerta que no sé muy bien a donde me lleva, puerta que hace un rato quise cruzar, pero no me atreví, me paré y la miré de lejos, luego de cerca, y menos mal, porque ví que las oficinas de los coches de alquiler estaban en la planta de abajo y el parking fuera.

Me encantan los aeropuertos, todos diferentes, todos frios y a la vez humanos, cuando llegas a una sala de recogidas de equipaje, la imagen es terrible, muy marmol, es decir fria, dura, y llena de reflejos, en cambio al rato, cuando todo el mundo ha ocupado sus sitios alrededor de la cinta de salida de las maletas, todo es diferente, es vida, es bullicio, es nervios, el listo que se quiere poner el primero y no se da cuenta de que las cintas tienen una forma que marca hacia donde se van a mover, sin que él perciba que se ha puesto en el lado contrario. O los niños que juegan a poner el pie una vez ha arrancado la cinta, buscando llamar la atención de los padres. O ese chico que quiere robar miradas a esa chica que ha compartido vuelo con él, y que ahora está al otro lado. O esas chicas que están hábidas de fiesta porque llegan a un lugar que no conocen y miran de reojo a los chicos que parecen ser de allí, para inentar comenzar la "aventura.

Pero una vez resuelto ese problema, me encontraba de nuevo delante de la puerta. Yo sabía o intuía que al otro lado estabas tú, o tal vez no, no sé, mi cabeza volaba, dibujaba opciones, marcaba salidas, si estabas todo sería real, si no estabas, no sé que haría... Por fin empuje a mi pie izquierdo, que parecía ser de un peso enorme, ya que ni se movía, lo empuje con la fuerza mental que una persona que desea ser alguien tiene, mi voluntad, mis ganas, y por fin conseguí moverlo, apenas dos pasos más, y la puerta se abrió, aquello era como un mundo diferente, parecido a la sensación que debería tener un extraterrestre si se abre la puerta de su nave, y de pronto se encuentra a todo un montón de terrícolas delante... mirando y excudriñando...

He salido muchas veces de las puertas de llegadas de los aeropuertos, y he disfrutado mucho viendo las caras, los momentos, los abrazos, los lloros, los gritos, los desconsuelos, las indiferencias, y lo mejor, los besos de los enamorados, esos sí que son besos, besos largos, a veces el chico alza tanto a la chica que es casi inadmisible entender que no caigan los dos a la vez por la fuerza de la gravedad, otras, son ellas las que los atacan como si necesitaran el aire que de pronto tu pareja les transmite. En cambio, yo he sido siempre una persona que no ha querido que nadie me espere en un aeropuerto, por eso en esas situaciones suelo salir con la cabeza alta, con mi maleta en la mano, y sonriendo, vuelvo normalmente a mi hogar, o voy a mi destino, pero siempre el mismo rictus, contento, he tocado tierra que ya es mucho, y me dirijo a mi propósito.

Pero ese día era diferente, mi cabeza no era capaz de elevarse, y cuando por fín lo conseguí, mis ojos se aferraban a las baldosas que se extendían junto a mis pies, no siendo capaces de levantar ni un metro, duro, muy duro levantar la mirada, yo tan acostumbrado a esos menesteres, pero la obligación manda. Además en algún momento quise escuchar un nombre que me hiciera sentirme recogido, pero no existió, así que me tuve que empujar a mi mismo. Poco a poco conseguí alzar la mirada, con mucha cautela.

En verdad lo que te puedes llegar a imaginar de una persona en la red es fascinante, cuando hace unos años empecé a abrirme paso en este mundo, una gran amiga mía, una amiga fascinante, fue mi primer encuentro, y lo tengo que reconocer, fue de lo mejor que se puede encontrar en este mundo, con ella aprendí muchas cosas, ella me enseñó a leer entre líneas, a valorar los silencios, a darle importancia a las cosas que lo tienen, y sobre todo a disfrutar del momento. Ella es la prota de un post o de varios míos, el de la primera cita, jajajaja... que tiempos.


Normalmente el gran error que cometemos todos es el de magnificar demasiado a la otra persona, el de ver solo lo que nos interesa, lo positivo, pero en verdad el tiempo me ha dado otra lectura, la lectura de que ves lo que necesitas ver, lo que te hace falta, ves a esa persona que te vuelve a arrancar cada mañana una sonrisa, sin ni siquiera estar ahí, ni por mail, solo abres los ojos y piensas en qué estará haciendo ahora. Si valoras que duerme, te la imaginas tranquila, arropada, con la almohada agarrada y descansando. Si la ves levantándose, puedes llegar a esbozarla dando saltos por casa, con su café con leche en la mano, y quejándose de todo, de que no tiene tiempo, que llega tarde, de vestirse, de correr para aquí, para allá, pero sin dejar la taza del café humeante con la leche muy caliente. Te llena que esa persona te dé lo que no has podido encontrar en otras personas, tal vez con ella dibujas momentos de ternura, de comprensión, conversaciones largas, sin sentido, sonrisas tontas, alegría, o tal vez conversaciones picantes, comentarios irónicos, así, llegas a comprender que lo que te llena de esa persona, es justamene lo que no tienes.

Mis ojos ya navegan entre los rostros que hay delante mío, no los miro, aunque los veo, es como cuando escuchas a una persona, que todo lo recibes en tus oidos, pero nada oyes, así estaba yo, haciendo un barrido buscando aquel rostro que apenas recordaba de una foto, y de pronto mi mente se aceleró, porque no lo había reconocido, y mi vista es de largo una de mis mejores cosas, entrenada, viva, auténtica y de mucha calidad, así que mis neuronas empezaron a barajar las opciones de que no estuviera. Tan lejos, tantos nervios y ahora... pero debería tener tranquilidad, y volver a mirar, ahora sí, con atención, de pronto veía rostros de personas que clavaban sus ojos en tí, como queriendo cambiarte, y que no fuera yo, si no la persona que esperaban, niños que te sonreían por la novedad del que aparece tras esa puerta, hasta un grupo de señoras mayores que parecían mirar de otra manera, jajajaja... pero no aparecía el rostro.

Volviendo a la magnificiencia de las personas, entiendo que es cierto que no nos tenemos que basar en lo que nos hemos montado, es decir el castillo de naipes, por lo que en algún momento hay que traspasar la barrera de lo que es justamente imaginación, y comenzar a vivir lo real, porque es ahí donde verdaderamente las personas se muestran, donde los gestos, los olores, las formas, las sonrisas, las arrugas, las cejas, los labios, las orejas, todo suma, donde una persona pierde o gana, yo tengo ventaja en ese terreno, las fotos nunca me han hecho justicia, o sí, tal vez soy ese tipo de persona que trasnmite más hablando que contando, o al reves, puede que me sea más fácil expresar depende que cosas por el medio escrito, pero lo que no soy capaz de transmitir es la felicidad que una sonrisa regala, ni la preocupación que una arruga en la frente ofrece, o la ternura de una caricia, o el sabor de un beso...

Decidí dar pasos, allí no estaba el rostro de la foto, no estaba. Ví un cartel de la recogida de los coches de alquiler, del parking de Rent Car, y desconecté, ya la llamaría, dí varios pasos, ya centrado en mi objetivo, el coche y salir del asfixiante aeropuerto. De pronto al lado de una columna, a mi derecha, y con el rabillo del ojo, ví un movimiento fugaz, algo que me transmitía calor, intensidad, energía, y giré la cabeza en un gesto intuitivo, más de acto reflejo que de verdadera intención, y la ví, a ella, con su hermosura, con su belleza, con esa sonrisa y a la raja de su falda... qué falda...

Que tengáis una buena mañana... y un buen finde...

P.D. Mañana tenemos la primera asamblea, 45 despidos, sobre 280 personas y no sé cuantos meses de regulación para el 2009... a la guerra... si es que siempre me han llamado "rojillo" en mis trabajos... Agur...

P.D. En la película Love Actually hay un decálogo de recibimientos de personas en los aeropuertos, solo ese trozo ya vale la pena como peli...



1 comentario:

Vicky dijo...

Que guaiii!!! Tus labios, tus besos, uuuummm... que pasión... Petonets...de sucre per sempre més...